domingo, 1 de febrero de 2009

EL CINE ANARQUISTA DE 1936-1937

EL CINE ANARQUISTA DE 1936-1937

El cine producido por la CNT entre 1936 y 1937, al igual que todo el cine político de la época, es un ejemplo más de cómo el séptimo arte puede ser utilizado como propaganda para generar una serie de valores e ideas en las masas a las que va dirigido.

Como no podía ser de otra manera en un anarcosindicato que había colectivizado la industria cinematográfica, el cine producido por la CNT era esencialmente de tendencia anarquista, y en sus películas uno puede percibir claramente la transmisión de los valores e ideas libertarios de apoyo mutuo y solidaridad en aras de favorecer la revolución social que los anarquistas pretenden, así como el intento por crear una conciencia de clase entre los estratos económicamente más bajos de la sociedad.
Ejemplos que ilustren esto los podemos ver en muchos de sus documentales, en los que el vocabulario empleado se asemeja más al utilizado en un panfleto político que al normal en un documental meramente informativo, o también en el hecho de que himnos revolucionarios típicos de los anarquistas como A las barricadas o Hijos del pueblo suenan de forma reiterada a modo de banda sonora a lo largo de las películas. No obstante esto último, sí es cierto que, en algunos casos como en ¡¡Ayuda a Madrid!!(1936) o Nosotros somos así (1937), también es frecuente el uso de música popular tradicional de la época, tal y como era común en la totalidad del cine de entonces.
Un ejemplo muy ilustrativo de propaganda anarquista lo constituye también el documental En la brecha (1937), que muestra cómo es el día a día en una fábrica colectivizada por la CNT. En este documental se puede ver la organización de los trabajadores en asambleas y el control total de la fábrica por parte de sus trabajadores, además de críticas contra la situación anterior (esto es, con la fábrica en manos de un burgués), mostrando la posterior (tras el 19 de julio del 36, con la fábrica en manos de los trabajadores) como mejor.
Las críticas a la burguesía y al clasismo no sólo se realizan en En la brecha. Nosotros somos así también supone un cierto ataque a las mentalidades capitalistas y burguesas, que aparecen en las películas de la CNT como clases que se consideran superiores sobre los demás debido a su alto nivel económico.

Muy acorde con lo que podríamos esperar del cine producido por trabajadores de ideología y valores anarquistas, las películas de la CNT están considerablemente impregnadas de imágenes que muestran el mundo del trabajo, tales como obreros trabajando o máquinas funcionando.
Sin ir más lejos, en la misma presentación de todas las películas producidas por la CNT aparecen herreros trabajando en la fundición, de cuyos martillazos surgen las siglas “SIE Films” (Sindicato de la Industria del Espectáculo), que era la productora de dicho sindicato, en el que se agrupaban los trabajadores de espectáculos de la CNT. Esto confiere un indudable carácter obrerista y proletario a las películas del SIE, que sin duda contribuye a crear esa conciencia de clase de la que hablábamos al principio.

Otra de las constantes en el cine anarquista entre 1936 y 1937 es, naturalmente, las críticas contra el comunismo de Estado, cuyo mayor representante entonces era la URSS de Stalin. A este respecto conviene echar un vistazo al documental Un pueblo en armas (1937), donde la crítica al comunismo totalitario representado por Stalin es feroz. Hay que decir que las críticas hacia el comunismo no sólo son por el hecho de representar éste valores e ideas diametralmente opuestos a los del anarquismo (recordemos que mientras que el anarquismo promulga la desaparición del Estado y de toda autoridad, el comunismo de la URSS consistía en un Estado totalitario), sino también por otros hechos concretos, como son, por ejemplo, la represión ejercida por las tropas de Stalin contra militantes anarquistas en Barcelona en mayo del 37 en complicidad con algunas fuerzas republicanas, o la importancia que los comunistas daban a ganar la guerra frente al hecho de hacer la revolución, al contrario que los anarquistas, para los que la revolución social era tan importante como ganar la guerra, y ambas acciones debían ir conjuntas.
Las críticas que en Un pueblo en armas se hacen no son sólo contra el comunismo. La propia República, como es de esperar en un filme producido por anarquistas, también es blanco de críticas y es acusada al inicio del documental de seguir ejerciendo la represión contra los obreros, así como de, ya iniciada la guerra, no proporcionar las suficientes armas al pueblo que está luchando en el frente.

Otra de las cosas que llaman la atención al ver las películas anarquistas de la CNT es la cantidad de imágenes de periódicos que aparecen. Por aquel entonces, la prensa revolucionaria era más numerosa de lo que es a día de hoy, tanto en número de periódicos distintos como en cantidad de ejemplares distribuidos, y esto unido a la importancia que los anarquistas dan a la educación y a la alfabetización del pueblo (tal y como podrá verse en otros documentales) puede darnos una idea de por qué se muestran tantas imágenes de periódicos, como por ejemplo Solidaridad Obrera o Nuevo Aragón.
Del mismo modo que puede percibirse la importancia que los anarquistas dan a la educación, podemos ver también el papel destacado que juega la medicina, pues son también numerosas las imágenes de médicos operando a pacientes y atendiendo las necesidades básicas del pueblo en las colectividades agrarias donde la revolución triunfó, como por ejemplo el pueblo de Caspe, en Aragón.

Aunque a simple vista en las películas del SIE pueda percibirse un clarísimo tinte anarquista, no es menos cierto que en algunos de los documentales las contradicciones con los principios libertarios y ácratas son bastante patentes.
Así, por ejemplo, podemos ver cómo en más de una ocasión se refieren a destacados militantes de la CNT, como pueden ser Buenaventura Durruti o García Oliver, como “líderes”, cuando en teoría el anarquismo, de inspiración anti-autoritaria, no reconoce líderes en la sociedad y cree en una organización social horizontal, sin gobernantes ni líderes de ningún tipo.
Por si esto fuese poco, en La silla vacía (1937), de igual modo que suenan himnos anarquistas como A las barricadas o Hijos del pueblo, suena también la Internacional, cuando ésta era el himno oficial de la URSS. Este dato, evidentemente, llama la atención por dos razones. En primer lugar, por el hecho de ser el himno de un Estado (y ya sabemos qué opinión le merecen los Estados a los anarquistas), y en segundo lugar por ser el himno de la URSS, es decir, el himno de esos mismos que asesinaron vilmente a decenas de militantes anarquistas en lo que se conoce como Sucesos de mayo (la represión ejercida en mayo del 37 en Barcelona a la que nos hemos referido anteriormente).
También abría que señalar aquí que, a pesar de ser la CNT una de las organizaciones más revolucionarias y progresistas (si no la que más) de la sociedad de entonces, algunos de los tópicos más comunes de los elementos más reaccionarios de la sociedad se dan de igual modo en el cine anarquista. Un ejemplo clarísimo lo podemos ver en En la brecha, donde los productores de la película tuvieron muy claro el papel que debían cumplir las mujeres (en casa, ocupándose de la economía doméstica) y el papel que debían cumplir los hombres (en el frente, luchando, o recibiendo instrucción militar), haciendo gala de un sexismo que sólo cabría esperar en una película de lo más conservadora.

Por último, habría que decir que, quizá por ser tan propagandístico, el cine anarquista no destacaba por una magnífica dirección de actores, precisamente. En las películas aquí analizadas los diálogos son forzadísimos y la actuación es pésima, aunque esto importa poco cuando lo que se persigue es hacer más propaganda que arte.
No obstante, también hay que tener en cuenta que la mayoría de las películas a las que he echado un vistazo son documentales, es decir, no cuentan argumentos completamente inventados y originales. Existen otras películas de corte menos propagandístico y con actores profesionales, como Aurora de Esperanza (1937), de Antonio Sau, que, según Antonio Artero (cineasta anarcosindicalista), “es un precedente paradigmático de lo que luego se denominaría "neorrealismo europeo"” y “está considerado por historiadores y críticos como uno de los trabajos más importantes de los cien años de cine español”. Aurora de Esperanza cuenta la historia de Juan, un obrero que vuelve de vacaciones y se encuentra la fábrica en la que estaba trabajando cerrada, con los obreros en el paro. Se avecinan tiempos difíciles para Juan y su familia y, tras tomar conciencia de su situación junto con más parados, Juan participa en una “marcha del hambre” hacia la capital, durante la cual será informado de que la revolución social por fin ha llegado, iniciándose así una aurora de esperanza para el proletariado. Del mismo modo, otra película que destaca dentro del cine anarquista es Nuestro culpable (1937), de Fernando Mignoni, una comedia que trata el tema de la justicia burguesa y lo mal que funciona. Éstos serían, pues, dos ejemplos de cine anarquista verdaderamente artístico y de considerable calidad cinematográfica.

Antes de pasar a comentar algunas películas concretas, me gustaría señalar que, a pesar de que en este trabajo sólo se mencionan unas pocas obras, la producción cinematográfica del SIE fue bastante extensa. Aquí se puede ver un listado aproximado de las películas producidas por los anarquistas durante la Revolución Española, de las cuales la mayoría permanecen desaparecidas aún a día de hoy debido a, entre otras cosas, la posterior dictadura franquista (éstas son las que se conservan). Esta dictadura no sólo acabó con el cine libertario, sino con todo aquello que sonase a “arte”, enviando a poetas, dramaturgos y demás intelectuales antifascistas al exilio o, en su caso, a la tumba.
¡¡Ayuda a Madrid!! (1936)
Es en este documental en el que se deja patente la importancia que los anarquistas, al contrario que comunistas y republicanos, dan a la Revolución Social. Para los comunistas y republicanos el vencer al fascismo era más importante que hacer la Revolución, mientras que para los anarquistas ésta era igual de importante que la derrota de las tropas de Franco, y ambas debían de ir de la mano. Por otra parte, teniendo en cuenta los ideales anarquistas y sus postulados, es lógico que republicanos y comunistas no pusiesen todo su énfasis en hacer la Revolución, pues en caso de hacerse se haría contra ellos mismos, ya que el anarquismo sostiene la desaparición del Estado, sea republicano, comunista o fascista.

El documental es todo un ejemplo de propaganda, y lo podemos ver en el tipo de consignas que muestra, tales como “¡¡Solidaridad!!” o “¡Muera el fascismo!”, al igual que en el vocabulario empleado por el narrador, cuando habla del “Madrid heroico”, por ejemplo, todo ello con un tono de ánimo y hermandad que, si no fuera porque sabemos que es de la CNT, podría sonarnos hasta cristiano.
En este documental se hace patente la importancia que los anarquistas dan a los valores de solidaridad y apoyo mutuo con tan sólo ver las pancartas colgadas en los trenes que llevan los víveres a Madrid: “¡Barcelona! ¡Madrid! La sangre os une”, “A ti, pueblo de Madrid”, “Madrid, Cataluña te ayuda”.

En el documental no sólo se escuchan himnos revolucionarios como A las barricadas, sino también música típica madrileña, en concreto La Verbena de la Paloma, algo completamente lógico teniendo en cuenta que el documental va dedicado al pueblo de Madrid.


Entierro de Durruti (1936)
El tono propagandístico se repite al hablar de Buenaventura Durruti como un “niño proletario”, “luchador por la libertad”, “una inspiración” para los “valientes luchadores”, que también estimula esa conciencia de clase y asociación de los proletarios con el ideal de la libertad.
Tal y como señalábamos al principio, la narradora se refiere a Durruti como un “líder”, cuando dice que “cientos de miles de barceloneses saludan a su líder”. Esto es una contradicción con los ideales anarquistas, que persiguen, precisamente, la ausencia de líderes. Si bien, puede entenderse el uso del término al tener en cuenta que Durruti fue un destacado militante de la CNT, y que tuvo a su cargo una columna de milicianos (Columna Durruti) que partió a Zaragoza primero y hacia Madrid después para luchar contra el fascismo. Sería en Madrid donde finalmente moriría en condiciones desconocidas aún a día de hoy.
A pesar de todo, no sería correcto hablar de Durruti como un líder más allá de lo que compete a su columna, en contraposición a lo que podríamos decir de, por ejemplo, Juan García Oliver, otro destacado militante que llegó a ejercer nada menos que de Ministro de Justicia en el Gobierno de la República.

El documental alude continuamente a la cantidad de gente que ha acudido al entierro de Durruti, dando así una imagen de aceptación del anarquismo en la sociedad y, por lo tanto, confiriendo una teórica mayor fuerza a los ideales libertarios. Lo podemos ver con frases como “una multitud en masa”, “nunca antes se había reunido en Barcelona semejante multitud”, “toda Barcelona estaba en la calle”,…

Uno de los aspectos más chocantes del documental llega en el minuto 6:40 aproximadamente, cuando la narradora habla de “los combatientes más unidos a Durruti”, y se pueden ver banderas comunistas y nacionalistas catalanas. Y llama la atención, no sólo por el hecho de la represión que meses más tarde ejercerían los comunistas sobre los anarquistas, sino porque, a pesar de que las condiciones en las que la muerte de Durruti se produjo siguen sin ser totalmente conocidas aún a día de hoy, la teoría que cobra más fuerza para explicar los hechos es la que apunta directamente a los comunistas como autores de su asesinato en Madrid. Es decir, que no sería disparatado pensar que algunos de los que este documental presenta como “los combatientes más unidos a Durruti”, y que en ese momento le están rindiendo homenaje, fuesen, de hecho, los propios verdugos del miliciano leonés.

Otro hecho a destacar es la bajada de bandera de EEUU. Primero por el hecho de que el Gobierno estadounidense no acudió en ayuda de la parte leal cuando ésta más lo necesitaba, y segundo por ver cómo un Estado rinde homenaje a una persona que, dados sus ideales, quiere acabar con él.

En cuanto a la música aparecida en el documental, aparte de la marcha fúnebre de Schopain vuelven a sonar los himnos revolucionarios anarquistas A las barricadas e Hijos del pueblo.


En la brecha (1937)
Tercera parte.
En el caso de este documental nos damos cuenta de que estamos viendo una película realizada por y para trabajadores desde el momento en que vemos las primeras imágenes, en las que aparecen unas hormigas obreras trabajando, y su plano se funde con otro en el que aparecen muchos trabajadores (ya humanos) acudiendo a sus puestos de trabajo.
Este símil entre hormigas y trabajadores transmite sin duda una conciencia de clase importante, pues muestra una forma organizada de trabajar, sin que nadie tenga más privilegios que nadie, todos trabajan por igual, aportando su granito de arena, haciendo efectivo el principio “de cada uno según su capacidad, a cada uno según sus necesidades”.
Esta organización sin privilegios de ningún tipo puede verse en el trato de igual a igual que mantienen los trabajadores, sin superiores ni subordinados, saludándose a grito de “¡Salud!” y tratándose los unos a los otros de “camarada”; y también en las escenas que muestran cómo los trabajadores se organizan en asambleas, sin que las decisiones estén tomadas por un patrón.
El tono propagandístico de este documental es constante, lo que queda claramente reflejado en la mediocre actuación de los actores, por ejemplo cuando están un grupo de amigos charlando sobre los logros de la revolución. Y no sólo en eso, sino también en la decoración y el atrezzo, como por ejemplo los carteles que aparecen colgados en las paredes de las oficinas, en los que algunos de ellos se puede leer “La industria, la agricultura, todo para el frente” o “24 horas son pocas, trabajad todos para el frente”; o en las imágenes que se muestran de los coches con los logos de las empresas colectivizadas por la CNT.
Además, las imágenes de obreros trabajando y máquinas funcionando que remiten al mundo del trabajo se repiten bastante. También podríamos mencionar como ejemplo de propaganda el titular que aparece de Solidaridad Obrera, el cual dice que los milicianos prefieren “desaparecer antes que olvidarse de una sola de sus consignas”, dando así una inmensa importancia a los lemas e ideas sostenidos por los anarquistas.

Este documental denota también un cierto sexismo, por otra parte común en la sociedad de entonces. Y es cuando se deja claro que los hombres han de ir a luchar al frente y recibir instrucción militar, mientras que las mujeres se quedan en casa ocupándose de la economía doméstica (para lo cual reciben una clase magistral) o tejiendo.

Es interesante también comentar la importancia que se le da a la responsabilidad tanto en la guerra como en el trabajo, por si quedaba alguna duda de que el filme está producido por un sindicato. El trabajador que explica esa importancia de la responsabilidad dice que si no la hubieran tenido “hoy seríamos esclavos”.

Más adelante se efectúa una crítica interesante contra el régimen burgués imperante antes de la Revolución. A modo de feedback muestran cómo era la fábrica antes de estar colectivizada por los anarquistas: en manos de un empresario arrogante, que trataba fatal a su secretaria, al que sus trabajadores y subordinados rendían pleitesía. Esta situación contrasta con la posterior (en manos de los anarquistas), donde los trabajadores se organizan, no están explotados, y hasta ponen una biblioteca en su centro de trabajo. Confiere una cierta legitimación de la Revolución social, ya que la situación anterior se hacía insostenible y era preciso cambiar las cosas radicalmente, a la par que fomenta el odio hacia las clases capitalistas y burguesas.
Al final, aparecen imágenes de los trabajadores abandonando la fábrica, y de fondo el himno A las barricadas. También se muestran chimeneas de fábricas echando humo, que de nuevo remiten al mundo del trabajo, y la imagen de un miliciano empuñando un fusil.


Un pueblo en armas (1937)
Quinta parte.
Quizá por ser menos propagandístico y más informativo que los vistos en este trabajo, Un pueblo en armas es el documental que más claramente explica qué es el anarquismo y en qué consiste la revolución que está siendo llevada a cabo por los anarquistas.
Como hemos visto que es costumbre, los himnos revolucionarios de Hijos del pueblo, A las barricadas o Coloca la bomba suenan continuamente, y las críticas hacia el comunismo de Estado y la República no se echan en falta.

Se muestran también imágenes de Bujaraloz, un pueblo colectivizado por la columna Durruti, y se habla de las colectividades agrarias en Cataluña, Aragón y el Levante. Además, el documental basa sus críticas hacia la República en algo más que en la naturaleza que supone un Estado republicano frente a una colectividad anarquista, y denuncia el hecho de no haber dotado la República de armas al pueblo que estaba luchando en el frente, impidiendo así la derrota del fascismo. Señala el documental que, mientras que la CNT sí fue capaz de renunciar a sus principios con tal de derrotar al fascismo (pues el hecho de que una organización anarquista ingrese en el Gobierno escama a cualquiera), la República no hizo lo propio, y no dotó de armas a los anarquistas por miedo, lo cual tuvo las consecuencias que tuvo.

Más adelante se narra la ofensiva que Stalin dirigió contra las colectividades agrarias, dosificando el envío de armas, haciendo ver la heroicidad de las colectividades, que se defendieron como pudieron al carecer de armas.
No sólo la República y el comunismo son blanco de las críticas de los anarquistas en este documental. La Iglesia también se lleva su parte, y se puede ver en el momento en que el narrador dice que “los sacerdotes actúan como espías y los obispos bendicen la Nueva Inquisición”, mostrando así al clero como aliado del fascismo.

Se muestra a los milicianos luchando en el frente, no como un ejército jerárquico con oficiales y subordinados que luchan por defender la República, sino como un “pueblo revolucionario en armas”, que no va con trajes de militar, sino con sus trajes de mecánicos y de campesinos a morir por la Revolución social.
Además muestran numerosas imágenes de médicos atendiendo a pacientes, y se explica que mediante el método colectivizador anarquista hay pueblos que han recibido atención médica por primera vez, dotando así al anarquismo de una bondad y eficacia considerables.

A continuación se explica de manera casi didáctica en qué consiste el comunismo libertario que pretenden los anarquistas en oposición al comunismo estatal, que desemboca en la “tiranía absoluta”. Conceptos como “anarcosindicalismo”, “federalismo” o “comunas” son definidos y explicados, y las diferencias entre un ejército y “un pueblo en armas”, los ministerios y las “federaciones de productores”, las leyes y la “solidaridad y autodisciplina”, y la policía y “vigilancia revolucionaria de los trabajadores” quedan claras.
Se habla de la espontaneidad de las comunas frente a la rigidez de los Estados y de la abolición del dinero o de la fabricación local del mismo.
El documental deja claro que la revolución no se hace sólo en el trabajo, sino que se extiende a todos los ámbitos de la sociedad, y así vemos pintores y músicos revolucionarios, y una orquesta tocando el himno revolucionario Hijos del pueblo.
Por todo esto, Un pueblo en armas es, como ya digo, uno de los documentales más explicativos sobre el anarquismo y la Revolución Social, recomendable para todo aquel que quiera hacerse una idea sobre qué significa la palabra “anarquismo”.

Se vuelve a criticar a la República por huir a Valencia cuando Madrid está siendo asediada por los fascistas. Es aquí cuando se magnifica a la Columna Durruti y su valentía, que sí acudió a defender a Madrid, aún sabiendo que allí se iba a morir.
Las críticas a los comunistas de Stalin vuelven a repetirse cuando éstos reciben la orden de atacar a los anarquistas y trotskistas, que será cuando Durruti muera. Aunque no está del todo claro quién mató a Durruti, la teoría que cobra más fuerza es la que señala a los comunistas como autores del crimen, lo cual hace que cualquier anarquista se estremezca al ver las siguientes imágenes del documental, que muestran banderas comunistas ondeando en el entierro de Durruti, homenajeando al miliciano que acababa de ser asesinado. Además, uno de los cortejos estaba presidido por el embajador ruso Antonov, aún cuando las órdenes de Moscú eran “eliminar las milicias anarquistas y trotskistas”.
Lo cierto es que la crítica al comunismo estalinista en este documental no puede ser mayor, cuando se señala por ejemplo, que Stalin llegó a ordenar ejecutar a sus propios soldados soviéticos por el hecho de suponer unos “testigos incómodos” de sus fechorías, o cuando se explica que el líder ruso pretendía convertir a España en una colonia soviética, para lo cual tendría que eliminar toda oposición posible, es decir, el POUM y la CNT.
Además, al igual que la República y según el documental, las armas que enviaba Stalin tampoco llegaban al frente, sino que se quedaban en la retaguardia en manos de los soldados soviéticos, y cuando se habla de la disolución de las milicias madrileñas para ser introducidas en el “Ejército llamado popular”, se pone en duda que este ejército esté realmente al servicio del pueblo y no contra él.

También se habla de los sucesos de mayo del 37, y se explica que hubo cierto temor a enfrentarse a los comunistas por parte de los “líderes” de la CNT, porque no querían desencadenar otra guerra civil dentro de la Guerra Civil. De nuevo, sorprende la utilización del término “líderes”, pues se supone que la CNT es una organización horizontal, es decir, sin líderes ni mandatarios.
Más adelante aparecen imágenes de jóvenes anarquistas torturados por las tropas estalinistas, para hacer más honda, si cabe, su crítica al comunismo totalitario.

El documental acaba mostrando planos de ciudades y edificios destrozados, con un tono de pena, lástima y rabia; y por último con el himno anarquista A las barricadas (como no podía ser de otra manera) e imágenes de milicianos en el frente, fusil en mano, puños cerrados y banderas rojinegras cargadas de emotividad y de cierto orgullo por ser anarquista.

Sin ninguna duda, Un pueblo en armas constituye el documental más recomendable de todos los que he visto, pues es el que mejor explica el concepto de “anarquía” y el que realiza la crítica más dura contra el comunismo estatal.


Teruel ha caído (1937)
Este reportaje comienza mostrando (una vez más) imágenes de periódicos, como viene siendo frecuente en las películas aquí analizadas. Los titulares que aparecen informan sobre la caída de Teruel.

Es curioso que en un documental producido por la CNT se hable del “glorioso ejército popular de la República” y se griten vivas a la República. Además, la CNT y la FAI también aparecen en el reportaje siendo partícipes del homenaje. Esto puede verse como una cierta contradicción, aunque también puede entenderse como una forma de unidad frente al fascismo.

De nuevo, al igual que en el resto de películas, suenan himnos anarquistas, en este caso Hijos del pueblo, y aparecen pancartas que recuerdan a Buenaventura Durruti, el miliciano cenetista asesinado en Madrid.


La silla vacía (1937)
Tercera parte.
Este documental también es un buen ejemplo de propaganda, en este caso dirigido a la retaguardia que por cualquier razón no está luchando en el frente. Está protagonizado por un hombre que ve la guerra desde la retaguardia, con mucho dolor y sufrimiento por las malas imágenes que la guerra ofrece (tales como personas mutiladas), pero que al final se unirá al frente y morirá como un héroe digno de admirar.
Lo que persigue el documental, al fin y al cabo, es que las personas que no están combatiendo al fascismo sean conscientes de que hay gente que sí lo está haciendo, los cuales son representados como héroes, y que se están dejando la vida por defender la libertad.

En el documental aparecen personalidades importantes dentro de la historia del movimiento libertario, como por ejemplo Joaquín Ascaso, presidente del consejo de Aragón, que además fue hermano de uno de los compañeros de armas de Durruti, Francisco Ascaso.
Joaquín Ascaso, en una patética actuación que como ya digo viene siendo normal en estas películas tan propagandísticas, asegura “la victoria antifascista”, y el hecho de que aparezca una persona tan influyente asegurando tal cosa en un documental dirigido a la retaguardia tiene la clara intención de tranquilizar a aquellos que no están luchando, a la par que mostrar la imagen de que se está ganando la guerra y no hay que temer.
Además, también se muestra una conversación telefónica entre Ascaso y Antonio Ortiz, en el que éste recibe ánimos de aquél y se da una imagen de la guerra como un lugar casi idílico y carente de peligro, lo que tiene su significación teniendo en cuenta que este documental va dirigido a la retaguardia.

También podemos ver imágenes de máquinas funcionando (en este caso usadas para hacer periódicos) que vuelven a remitir a ese mundo del trabajo tan frecuente en las películas de la CNT, y de nuevo salen imágenes de periódicos (Nuevo Aragón), muy abundantes en las películas de las que estamos hablando.

En este documental también se deja claro la importancia que los anarquistas daban a la cultura. Aparece una imagen de un portavoz recordando (en un gracioso acento maño, por si alguien albergaba dudas de que están realmente en Aragón) a los niños la importancia de ir al colegio.
Aquí se explica el título de la película. El narrador dice que los niños deben su libertad a todos aquellos que han dejado “las sillas vacías” en las cafeterías para ir a luchar al frente, y lo dice, por cierto, mientras vemos imágenes de niños saliendo del colegio y dejando también “las sillas vacías”, con lo que la frase “la silla vacía” adquiere un doble significado, en cierto modo.

Una vez más, aparecen imágenes de médicos, los cuales “son movilizados en dirección a las líneas de fuego”, incidiendo en la idea de ir al frente y teniendo siempre el campo de batalla como escenario (recordemos que el documental va dirigido a la retaguardia, a las personas que no están luchando).
Más adelante, aparecerán más imágenes de médicos, y los anarquistas se apuntarán un logro: explican que puede transfusionarse la sangre de los muertos para socorrer a los milicianos en el frente mientras no pasen más de 12 días, pero dicen que “en nuestra organización social” eso no es necesario, pues el pueblo dona voluntariamente su sangre a los compañeros luchadores, lo que da una imagen solidaria de la anarquía. La sangre se recoge en Barcelona y se lleva a Caspe, donde se está librando la batalla. Explican que ellos, los anarquistas organizados en colectividades, han sido los primeros en el mundo en poner en práctica esa modalidad de transfusión tan útil.

La llamada de la retaguardia al frente es constante. Sobre todo cuando el narrador, mientras vemos imágenes de milicianos dejando su silla vacía para ir al frente, pregunta directamente “¿no os hace pensar en que algunas de las sillas vacías no volverán a ser ocupadas?”; y también cuando se muestran imágenes de milicianos en el frente jugando al fútbol, dando una imagen simpática e inofensiva del frente de batalla.

Sorprende que, en el momento en que el protagonista es abatido en combate, suena la Internacional, el entonces himno de la URSS, pues no es muy normal que los anarquistas usen el himno de un Estado teniendo los suyos propios, y más si tenemos en cuenta que los comunistas rusos fueron enemigos de los anarquistas y los asesinaron vilmente en los sucesos de mayo del 37.
No obstante, cabría decir que en el documental la Internacional suena cuando el protagonista es abatido por fuerzas opositoras, las cuales podrían ser perfectamente comunistas, por lo que en este contexto sí tendría sentido escuchar la Internacional en un documental anarquista, ya que esta podría simbolizar el hecho de que han sido los comunistas los que han matado al miliciano en el frente.

Sea como sea, lo cierto es que el hombre es abatido y, antes de morir, pronuncia estas palabras: “hombres, mujeres, compañeros de retaguardia, pensad en nosotros”, por si quedaba alguna duda de que este documental va dirigido a la retaguardia.
Al final, se muestra una imagen de la silla que este hombre solía ocupar en la cafetería vacía, porque él ya no la ocupa, y se vuelve a escuchar el himno anarquista Hijos del pueblo.


Nosotros somos así (1937)
Cuarta parte.
Esta película puede suponer otro ejemplo de la importancia que los anarquistas dan a la cultura y a la instrucción del pueblo, pues al poco de empezar ya critica la educación del sistema, cuando una niña dice que “no hay error más profundo que una falsa educación”. De hecho, la película entera está protagonizada por niños, los cuales se organizan en sus tareas del mismo modo que los adultos, llegando incluso a celebrar sus propios mítines monstruo.
Además, esta película también es crítica en cierto modo con el clasismo del que hacen gala las clases ricas, pues representa en los niños hijos de anarquistas la figura de “los buenos”; en la clase burguesa, “los malos”; y en el niño rico que al principio no se lleva bien con los anarquistas pero que luego se hace su amigo renunciando a estar con los de su clase social; la figura del “arrepentido”, que antes obraba mal y ahora obra bien.

En esta película no sólo podemos escuchar himnos revolucionarios como ha sido lo normal hasta ahora; también aparecen chotis y jotas, es decir, música popular que no tenía por qué ser revolucionaria. No obstante, la marca anarquista vuelve a sentirse cuando aparece como tema el estallido de la Guerra Civil y de la Revolución Social, y los himnos anarquistas vuelven a hacerse escuchar.
En la película, ocurre que al padre del niño rico le van a ejecutar los anarquistas porque hay un documento que le compromete y le delata como colaborador del fascismo. Los niños anarquistas, a pesar de que el niño rico no les ha tratado bien, suplican a sus padres (que son los encargados de aplicarle la pena a los traidores) que no lo maten, y que destruyan el documento que le compromete, mostrando así una imagen noble de los anarquistas, que son capaces hasta de evitar la muerte del enemigo con tal de que no corra la sangre. Todo ello, además, recurriendo a argumentos que rozan más lo sentimental que lo racional, como que si lo matan “el niño se quedará huérfano”. Finalmente, el padre del niño no será ejecutado.

Al final el niño rico se arrepiente de su comportamiento, lamenta haberse portado tan mal con los anarquistas y se avergüenza de las enseñanzas de su padre, que le decía que el pueblo era malo y que los nobles eran buenos. Los niños celebran un mitin monstruo al más puro estilo obrero en el que perdonan al niño rico y le aceptan como a uno más, y es aquí cuando se explica el título de la película, cuando la cuidadora del niño rico le dice al hombre que ha perdonado al padre “¡qué bueno es usted!”, y el hombre contesta “Ni buenos, ni malos; nosotros, como nuestros hijos, también somos así”.

Llama la atención, como hecho curioso, que en el mitin monstruo celebrado por los niños todos ellos hablan en verso. Quizá lo que se pretende es presentar el mitin como una función más de las que realizan los niños a lo largo de toda la película.



FUENTES CONSULTADAS

Aparte de todas estas películas, para poder hacer este trabajo, he consultado más fuentes bibliográficas y de internet:

- Bibliografía:
· DÍEZ PUERTAS, Emeterio. Historia del movimiento obrero en la industria española del cine: 1931-1999. Valencia: Ediciones de la Filmoteca, 2001. ISBN 84-482-2532-5.
. PEIRATS, José. La CNT en la Revolución Española. Editorial Madre Tierra, 1988. 1093 págs. ISBN 978-84-87169-00-7

- Páginas web:
·http://archivo.cnt.es/Documentos/cineyanarquismo/home.htm
·http://es.wikipedia.org/wiki/Revoluci%C3%B3n_Espa%C3%B1ola#Un_ejemplo_de_una_industria_colectivizada_por_la_CNT:_la_cinematogr.C3.A1fica

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